
Nuestros viajes a través de #ElMurodeNidodeLibros nos llevaron por ocho 𝗧𝗘𝗥𝗥𝗜𝗧𝗢𝗥𝗜𝗢𝗦 en 2022. Nos sigue impulsando el deseo de conocer más de un lugar a través de su literatura y este 2023 continuaremos el itinerario con nuevos territorios literarios. Mes a mes arribaremos a un nuevo destino, proponiéndoles aquí una selección curada de autores y libros del Territorio (exhibida tanto físicamente en uno de los muros de la librería como virtualmente en nuestra tienda online), sumado a entradas en nuestro blog, y eventos y actividades relacionadas.
Ahora hemos llegado a #TerritorioPolonia…Descubre aquí nuestro viaje.
𝗥𝗨𝗧𝗔 𝗹𝗶𝘁𝗲𝗿𝗮𝗿𝗶𝗮 𝟮𝟬𝟮𝟯, sexto destino:
POLONIA
Nos trasladamos a unos casi 13 mil kilómetros de Chile para recorrer uno de los países con quizás una de las historias nacionales más singulares. ¿Qué sabemos de #TerritorioPolonia?
País de Europa Oriental, hoy en día limitando al norte con el mar Báltico, con Lituania y Kaliningrado al noreste, al este con Bielorrusia y Ucrania y al sur con la República Checa y Eslovaquia y Alemania por el oeste. Las tribus eslavas se asentaron en el actual territorio hace mas de 1500 años. Con los siglos Polonia constituiría la nación más grande de Europa, el Reino de Polonia, que abarcaba también a Lituania y su mancomunado sostuvo su hegemonía hasta fines del siglo XVI.
En el siglo XVII las fallidas guerras de invasión a Rusia y el control de este sobre Ucrania, sumado a las ofensivas del reino sueco y las guerras contra los Otomanos por el control de los territorios al norte del Danubio, llevaron a que el Reino de Polonia se viese vulnerable antes las influencias extranjeras. Ya para finales del siglo XVII, con el imperio ruso en su apogeo, las rivalidades de Rusia y Prusia, las guerras Napoleónicas, y la repartición del territorio en el imperio Austro-Húngaro, borraron a Polonia dejando de existir como una estructura política independiente.
Recuperaría su independencia hasta 1918 pero solo para ver sus fronteras alteradas nuevamente por el reordenamiento geopolítico tras la Segunda Guerra Mundial en el que la URSS se quedó con parte del territorio del este de Polonia, y aunque se le anexaron por el oeste territorios alemanes, tuvo una pérdida neta de alrededor de 77 mil km2.
En la década de 1980, la oposición al gobierno comunista liderada por el líder sindical, Lech Walesa, logró consolidar un gobierno multipartidista electoral parlamentario estableciéndose lo que es hoy la República de Polonia.
Entonces, ¿cómo definir un territorio que ha estado sujeto a numerosas variaciones de sus fronteras? La literatura nos permitirá comprender algunas claves de la nación, de la la lengua, las costumbres y tradiciones polacas, que más allá de las fronteras territoriales perviven en sus integrantes.
Ver la selección literaria aquí >>
Cápsula de viaje #1
Un panorama de la literatura de los territorios eslavos hasta la Polonia del siglo XXI
Hace más de 1500 años en la actual Polonia se asentaron pueblos eslavos, – así como en las actuales Rusia y Ucrania, hasta territorios tan occidentales como los de Eslovenia y Eslovaquia- , y compartían una lengua común dando origen a una primera literatura oral. Esta era vehículo de transmisión de creencias comunes, entre ellas mitologías compartidas con territorios croatas también fundados por eslavos, así como dioses paganos y seres sobrenaturales.
En la Baja Edad media, con el latín como lengua principal en la literatura religiosa, inician la composición escrita de cantos, siendo una oración a la Virgen María del siglo XIII la obra más antigua de la que se conserva registro alguno. En los siglos XIV y XV ademas de la literatura religiosa, también se registraron crónicas históricas, poemas de amor y obras satíricas.
Fue con el Renacimiento, el Humanismo y la Reforma y la Contrarreforma, movimientos que tuvieron repercusión en toda Europa, que el polaco comenzó a tomar hegemonía sobre el latín. Biernat de Lublin, poeta, fabulista, traductor y medico, fue el primero en producir un libro escrito íntegramente en polaco, el libro de oraciones Edén del Alma en 1513, impreso en la primera imprenta de Polonia en Cracovia. Otros poetas de los siglos XV y XVI fueron Jan Kochanowsk, Klemens Janicki, Andrzej Krzycki, Maciek Kazimierz Sarbiewski y Mikolaj Rej. Durante el Barroco la poesía siguió siendo el género predominante, con Jan Andrzej Morsztyn yWaclaw Potocki.
Fue hasta lo siglos XVIII con la llegada de la Ilustración que el considerado “príncipe de los poetas”, Ignacy Krasicki escribiría la primera novela polaca, Aventuras de Nicolás Experiencia en 1770, un diario publicado en tres partes. En el siglo XIX, emanan del Romanticismo autores como Adam Mickiewicz, quien en su poesía celebrara la nación en los últimos años de la unión polaco-lituana; Juliusz Slowacki conocido también como padre del teatro polaco moderno, y Zygmunt Krasinski, conocido por su ideas filosóficas mesiánicas e influenciado por la ficción gótica.

En el siglo XX llegan nuevas tendencias literarias y con ellos varios premios Nobel de Literatura, el primero con Henryk Sienkiewicz en 1905, gracias a su trilogía patriótica A Sangre y Fuego (1884), El diluvio (1886) y Un héroe polaco (1888). Pero es Quo Vadis (1896) su obra más conocida, llevada al cine varias veces, en la que retrata el sufrimiento de los cristianos bajo el reino de Nerón, como metáfora del sufrimiento ante la opresión de Polonia en su época.

En 1924, recibió el Nobel Wladyslaw Reymont cuya obra indagó en la historia y el mundo rural de su país en la época de la “joven Polonia”, -del periodo de finales de siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial-, cuando apenas recuperaba su independencia del imperio Austro Húngaro. Su novela La tierra prometida (1899) le dió gran fama, una obra ambiciosa en torno a la aparición de un gran centro industrial en una pequeña localidad y las consecuencias su llegada. Pero su tetralogía Los campesinos (1904-1909), es considerada su gran obra, proveniente de una inspiración naturalista, ponderando la vida vinculada a la tierra de los campesinos, y cómo el estar sometidas al curso cíclico de las estaciones determinaba su comportamiento y carácter. En ella también muestra el contraste social entre terratenientes y campesinos, glorificando el patriotismo y la naturaleza.
En la segunda mitad del siglo XX, otro grupo de autores destacados irrumpiría en el panorama literario polaco. En 1978, Isaac Bashevis Singer, novelista y cuentista de origen judío y en 1980 el novelista, ensayista y poeta Czeslaw Milosz, serían quienes volverían a ganar el premio para el país.

Bashevis Singer publicó la gran parte de su obra desde los EEUU, donde se exilió desde 1935 ante la creciente amenaza de la invasión alemana a Polonia. Sus relatos están poblados por brujas, milagros y misterios, impregnados de la oralidad y tradiciones judías, a los que el autor trató con ironía y mordacidad, resultando en tramas complejas pero con un dejo sentimental. Entre sus obras destacan El mago de Lublín (1960), El Spinoza de la calle Market (1961), Cuando Schlemiel fue a Varsovia y otros cuentos (1968), Cuentos judíos de la aldea de Chelm (1973); Shosha (1978), Golem, el coloso de barro (1982) y los relatos para niños Cuentos judíos (1989).
Milosz se vinculó desde jóven al grupo de creación literaria Vanguardia de Vilna influenciado por una estética catastrofista y del absurdo. Una vez finalizó la Segunda Guerra Mundial se traslados a los EEUU y luego se exilió en Paris, desde donde publicó uno de sus libros más importantes, El pensamiento cautivo (1953), en el que aborda la creación literaria en medio de la Polonia comunista. Regresó en 1960 a los EEUU y desde allí publica ensayo, novela y poesía siendo especialmente destacado en este último género. En su obra se refleja la mirada de un escritor que es testigo de su tiempo, situado al margen de conmociones y aventuras y que busca expresar precisamente la existencia del hombre característico del siglo XX; un hombre anónimo en las grandes ciudades, que sobrevive, no es heroico pero que existe.

En 1996 la poetisa y ensayista Wislawa Szymborska ganaría el premio para Polonia. Desde 1968 en la revista Vida Literaria aparecieron su criticas poco convencionales que luego serían publicadas en dos volúmenes Lecturas facultativas (1973 y 1981). Fue con su primer poemario Por eso vivimos (1952) que obtuvo gran reconocimiento. Su obra inició bajo el estilo del realismo social pero luego a partir de 1957, al tiempo que surgía un fuerte movimiento de rechazo a la imposición soviética y comunista en Polonia, su obra adquiriría una rebeldía nacionalista. Con humor, y con reflexión filosófica y ética, su obra refleja una indagación sobre el espíritu humano individual.

Olga Tokarczuk se convirtió en la segunda mujer polaca en recibir el premio en 2018. Novelista, cuentista, ensayista y poeta. Su literatura está influenciada por la psicología, en la fantasía, y según el jurado del Nobel destaca su «imaginación narrativa que, con pasión enciclopédica, traspasa fronteras y hace de ello su forma de vida».
Cápsula de viaje #2
La experiencia y la respuesta polaca a la Segunda Guerra Mundial
Con la caída del Imperio Austro Húngaro al finalizar la Primera Guerra Mundial, Polonia esperaba recuperar su independencia. Habiendo caído la Primera República Polaca durante 123 años debido al acuerdo entre tres potencias (Rusia, Prusia y Austria), la nación celebrara el surgimiento de la Segunda República Polaca. Pero la independencia politica fue sumamente breve, finalizando tan solo 21 años despúes con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Polonia fue invadida por Alemania el 1 de septiembre de 1939 y luego el 17 de septiembre, la Unión Soviética, (siguiendo el protocolo adicional secreto con Alemania que acompañaba el Pacto Mólotov-Ribbentrop), invadió desde el este, dejado a las defensas indefensas ante la resistencia en ambos frentes. Al día siguiente el presidente polaco y el comandante en jefe huyeron a Rumanía y luego de un mes de asedio a Varsovia, las fuerzas enemigas se tomaron la ciudad. A los pocos días, el 6 de octubre de 1939, las últimas unidades polacas se rindieron.
Durante la guerra, el Gobierno se mantuvo en el exilio y al finalizar, los países ganadores (Gran Bretaña, los Estados Unidos y la Unión Soviética) celebraron acuerdos de repartición de los territorios, y a pesar de pertenecer al bando ganador, Polonia vio sus fronteras alteradas nuevamente por el reordenamiento geopolítico. La URSS se quedó con parte del territorio del este de Polonia, y aunque se le anexaron por el oeste territorios alemanes, perdió una buena parte de su territorio.
Las fluctuantes fronteras geopolíticas desde siglos atrás, sumado a los horrores vividos de la guerra, dejaron una huella indeleble en unas generaciones de polacos que aún luchaba por conservar su libertad e identidad nacional. Polonia fue el epicentro de los campos de exterminio nazi. Entre 1941 y 1945, seis campos fuero creados en territorio anteriormente polaco: Chelmno, Belzec, Sobibor, Treblinka, Auschwitz-Birkenau (parte del complejo de Auschwitz) y Majdanek. La gran parte de las víctimas de los campos de exterminio eran judíos, -se calcula que 3,5 millones fueron asesinados en estos seis campos- , entre las que también hubo romaníes (gitanos) y prisioneros de guerra soviéticos.
Como campo de batalla central de la Segunda Guerra Mundial, Polonia se vio profundamente afectada por el trauma de la guerra. La literatura de la época y de los años siguientes refleja la experiencia de un pueblo invadido por ambos lados y sede de los más atroces horrores conocidos por la historia durante el genocidio Nazi, que luego cae bajo la ceñida opresión comunista.
En 1946, se publicaría postumamente De un mundo que ya no está, las memorias de Israel Yehoshua Singer (1893-1944). En ellas evoca su infancia en el shtetl de Lentshin, una pequeña villa primordialmente judía cerca de Varsovia. Israel, hermano mayor de Isaac Bashevis Singer (Premio Nobel 1978), rememora su comunidad marcada por la religión, el miedo a los castigos, el temor a los guetos, la presencia de fascinantes personajes a los que dota de vida en medio de episodios divertidos, dramáticos y crueles. Singer escribía en yiddish tanto literatura como para la prensa, siendo su obra, y estas memorias en particular, un testimonio de gran valor histórico sobre las comunidades judías de la Polonia de principios del siglo XX.
El poeta polaco Czesław Miłosz (1911-2004), había vivido en su tierra natal los años terribles de la ocupación nazi: presenció el horror en Varsovia, participó en la resistencia y prestó apoyo a los perseguidos por el régimen de ocupación, siendo a su vez testigo de la aniquilación del gueto de la capital. Luego Polonia fue ocupada por los soviéticos cayendo bajo un régimen opresivo, convirtiendo a muchos intelectuales de Europa del Este en títeres del nuevo orden. En 1951, mientras se desempeñaba como diplomático en París, se enfrentó a la decisión de seguir representando a su país, la Polonia comunista, o desertar y emigrar a Occidente. En 1953 publica La mente cautiva, donde intenta dar cuenta de la compleja y dramática complicidad de los intelectuales con el régimen totalitarista, analizando a la Europa del Este durante los años del estalinismo. Sus propias posturas filosóficas fueron reemplazadas por las del régimen soviético y finalmente decidió emigrar a Francia y luego EEUU solo para regresar a Polonia durante la transición en los 90s a la democracia. En este libro Miłosz intenta explicar el funcionamiento de la conciencia intelectual bajo un régimen comunista. Primero el individuo se entrega prácticamente al Estado para sobrevivir ya que quien rechaza la doctrina es acusado de enemigo del pueblo. El escritor se convierte entonces en propagandista de la ideología del Partido para encontrar trabajo y durante este proceso oculta sus verdaderas creencias y comienza a vivir una mentira. Milosz descubre aquí todos los mecanismos de ese sistema a partir de las experiencias de cuatro autores, convertiéndose en un libro de referencia sobre cualquier sistema totalitario. En 1980, obtuvo el Premio Nobel por su amplia obra poética y ensayística.
Nacido en 1921 en Lvov (Polonia, hoy Ucrania), en el seno de una familia judía, Stanislaw Lem debió abandonar sus estudios de medicina en 1939 tras la ocupación alemana. Huyó con sus padres, salvándose, a diferencia de la mayoría de sus familiares y amigos, del exterminio en el campo de Belzec. Trabajó como soldador y mecánico, y traficó con armas para la resistencia polaca. En 1946 se estableció en Cracovia, ciudad que ya no abandonaría (hasta su muerte en 2006). Ese mismo año publicó su primera obra, Hombre de Marte, en una revista juvenil. Dos años después, logró terminar la carrera de medicina en la especialidad de psicología.
Debido al riesgo de ser reclutado como médico militar, dejó la práctica y se de dedicó a la escritura. Fue entonces cuando finalizó la novela realista El hospital de la transfiguración. Terminada en Cracovia en septiembre de 1948, y ambientada en los primeros meses de la invasión de Polonia por los nazis, narra la historia de un joven doctor que encuentra empleo en un hospital psiquiátrico en medio de un bosque remoto. La locura del exterior va filtrándose entre los muros del hospital y una serie de sádicos doctores se entregan a atroces experimentos con los enfermos mentales internados en el centro, al tiempo que el ejército nazi atraviesa los bosques en busca de opositores, para finalmente convertir el sanatorio en un hospital de las SS.
Después de esta incursión en el realismo social, Lem lo abandonó para evadir la censura estalinista y se abocó a crear un universo personal, ese mismo que le daría renombre internacional convirtiéndose en uno de los grandes maestros de la literatura fantástica y de la ciencia ficción. A través de sus obras, caracterizadas por el rigor científico, Lem intentó transmitir el sentimiento de abandono e indefensión del hombre frente a la vastedad del universo.
Isaac Bashevis Singer es el último de los grandes escritores de ficción yídish. Publicó la gran parte de su obra desde los EEUU, donde se exilió desde 1935 ante la creciente amenaza de la invasión alemana a Polonia. Gimpel el Tonto, apareció por primera vez en 1954 en la revista Partisan Review y de la traducción del yiddish se encargó Saúl Bellow (también Premio Nobel de Literatura). La historia sigue las hazañas de un ingenuo panadero engañado por todos, pero que se niega a tomar represalias contra sus verdugos. Luego en 1957 el cuento fue introducido en la colección titulada Gimpel el tonto y otros cuentos, relatos todos poblados de protagonistas que habitan los distintivos guetos de Polonia del siglo XIX, cuyas reliquias son casi inexistentes hoy después de los expolios y arrasamientos de las guerras. Es con esta obra que Singer ocupa su lugar entre los narradores épicos, trascendiendo fronteras geográficas y cronológicas, reviviendo la profundidad del carácter y los recuerdos inmortales que traerán a la vida a ese mundo yiddish y el folclore judío. Estas historias mezclan el misticismo y realismo en personajes que son símbolos humanos universales de lo mundano y lo sobrenatural.
Sławomir Mrożek, (1930-2013), escritor, dramaturgo, guionista de cine y dibujante, abandonó Polonia en 1963 asentandose en en Italia, Alemania, Francia y México. Regresó en 1996 y se marchó definitivamente a comienzos del nuevo siglo, falleciendo en el exilio como tantos otros escritores que optaron por dejar Polonia. Empezó como caricaturista en diversos periódicos y revistas y su primer libro de cuentos, El elefante, le trajo éxito internacional (Premio Nacional Polaco de Literatura, 1957). En este satiriza la Polonia bajo el régimen comunista. Una familia de un adinerado abogado que tiene a un “progresista domesticado” por mascota; en el zoologico el elefante es realmente uno de goma ya que uno real es muy costoso; un cisne es despedido del parque por emborracharse. Una antología satírica y cínica con un peculiar sentido del humor.
Como dramaturgo empieza a ser conocido a partir de su obra de teatro Tango (1965), y desde entonces, con más de 40 obras publicadas y representadas por toda Europa, Mrozek es probablemente el mator dramaturgo polaco de la actualidad. En su obra buscó satirizar los absurdos de la vida bajo el comunismo, la alienación y el abuso de poder de los sistemas totalitarios.
Janusz Korczak podría ser un personaje de la literatura rusa, pero su historia es real. Nacido Henryk Goldzmit (1878-1942), cambió su nombre al considera haberse asimilado judío. Renunció a su carrera científica para convertirse en director de un orfanato y publicó libros para niños y jóvenes que escribió durante la Primera Guerra Mundial, como El Rey Mateito I.
Durante la ocupación alemana en 1940, el orfanato bajo su cargo con más de 200 niños fue obligado a trasladarse al gueto judío de Varsovia. Cuando en 1942 rondaban los rumores sobre las deportaciones masivas de judíos, Korczak inició la escritura de un diario, a modo de notas al azar como un fluir de la conciencia. Aún teniendo la oportunidad de huir del gueto, Korczak no abandona a los muchachos y viaja con ellos en el tren que los transportará hasta el campo de exterminio de Treblinka, donde muere junto a ellos en las cámaras de gas. Atrás quedó este diario Diario del gueto, y en una de sus notas dejó una súplica: que las únicas guerras del futuro fueran competiciones para escribir la más hermosa oración que diera gracias a Dios.
Esther Hautzig (1930-2009) nació en Vilna, entonces Polonia y actualmente Lituania. Sobrevivió siendo una niña a los campos de trabajo en Siberia durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, Esther regresó a Polonia con sus padres y su abuela, luego pasó varios meses como refugiada en Suecia y finalmente viajó sola a Nueva York en 1947 con un visado de estudiante. En el transatlántico en que viajaba conoció al pianista vienes Walter Hautzig con quien luego se casaría en 1950. Estando en los EEUU decide escribir sus memorias, y contada con la voz de un adolescente inocente, La Estepa Infinita (1968) se convirtió en un clásico de la literatura juvenil.
Cápsula de viaje # 3
Polonia, del comunismo a la democracia
Después de que Polonia fuera liberada de la Alemania nazi en 1944, el ejército de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tomó el control del país e instauró un régimen comunista, adoptando el nombre de República Popular de Polonia, hasta la caída de la URSS en 1990.
Pueden señalarse dos caminos por los que transitará la literatura polaca durante la época de los gobiernos comunistas. Por una parte, la literatura de la emigración con voces como las de Czeslaw Miłosz, Witold Gombrowicz, Gustaw Herling-Grudziński, Leszek Kołakowski e Isaac Bashevis Singer, siendo una libre de las limitaciones de la censura y de toda servidumbre ideológica.
Por otra parte, la literatura producida en Polonia, que debía buscar la manera de existir mediante un lenguaje que le permitieran una expresión más o menos normal así como una circulación alternativa. Nace a partir de 1976 el samizdat (que traduce del ruso como «publicado por uno mismo”) en oposición al gosizdat («publicado por el Estado»), a través de revistas y editoriales clandestinas e ilegales que salvaron a la literatura polaca y se convirtieron en polaca para el cambio histórico que se gestaba y culminaría en los hechos de 1989.
De la literatura posterior a la ocupación Nazi que se encontró luego bajo la sombra del poder soviético, emergieron ficciones que acudieron a otros géneros y estilos. Entre ellos Jarosław Iwaszkiewicz, Andrzej Kuśniewicz, Jerzy Andrzejewski, Kazimierz Brandys, Tadeusz Konwicki, Sławomir Mrożek y Marek Hłasko.
Stanislaw Lem construyó una obra que es tanto más filosofía que ciencia ficción. Sus personajes se enfrentan a seres y escenarios ajenos a ellos pero subyace la sensación de que estos mundos están basados en la realidad.
En enero de 1968, las autoridades polacas decidieran suspender la representación teatral de Dziady (Los antepasados), del poeta y dramaturgo Adam Mickiewicz (1798-1855). El incidente se prolongó semanas con altercados entre estudiantes, profesores y las autoridades culminando en marzo de 1968 con el despido de numerosos profesores universitarios, la expulsión de estudiantes y el exilio forzoso de más de quince mil personas de ascendencia judía. Estos hechos serían el inicio de la ruptura entre el gobierno comunista y la sociedad civil. La literatura, y las artes en general, se convertirían en la voz de la resistencia. Surge una nueva generación de poetas, – contemporánea con grandes poetas ya como Czesław Miłosz, Tadeusz Różewicz, Zbigniew Herbert, Wisława Szymborska-, llamada Nowa Fal a (Nueva Ola) entre los que figuran Stanisław Barańczak, Ewa Lipska, Adam Zagajewski. Jan Polkowski. Bajo el imperativo de «hablar claro» (mówie wprost) se introduce en los movimientos sociales, con la política, la filosofía y la ética como motor de la poesía polaca.
Cápsula de viaje # 3
La prosa en la era de la democracia
Entre 1979 y 1980 confluyeron tres factores o hechos que en conjunto serían el detonante del fin del comunismo para Polonia: la elección de Juan Pablo II y su visita a Polonia en junio de 1979; la huelga de agosto del líder anticomunista Lech Wałęsa y el sindicato Solidaridad; y finalmente el premio Nobel para Czesław Miłosz.
Un nuevo pontífice polaco se convirtió en el mejor rostro polaco, la huelga de Gdansk se convirtió en símbolo de la revuelta de los obreros polacos y el Nobel para Miłosz se tornó en el símbolo de la inteligencia polaca que se resistía a ser conquistada por la ideología comunista. En agosto de 1980 Polonia respiró un aire distinto con huelgas a lo largo y ancho del país inspiradas por la oposición democrática, apoyada por los intelectuales y la Iglesia católica llevando a los celebres acuerdos de Gdansk y a la creación de los sindicatos libres, independientes del mandato comunista en lo que en retrospectiva conformaron la “Revolución de Solidaridad de Agosto”.
Así tras la caída definitiva del comunismo en 1989, en la literatura polaca aparecen nuevas tendencias, una de ellas en busca de las raíces de esta nueva «patria chica» propia, con intentos de incorporar en la literatura el lenguaje de los medios de comunicación contemporáneos. Una nueva literatura que se desarrolla entre la tradición y la actualidad, entre la norma y la revolución, una literatura en movimiento que quiere registrar y guardar la verdad sobre los caminos del hombre en el mundo contemporáneo.
Se podría decir que la prosa polaca nunca consolidó una tradición realista, por tanto no podría producir obras maestras tan exitosas como Stendhal, Balzac, Tolstoi o Dostoievski. Sobre esto mismo Czesław Miłosz hizo en su momento una reflexión. Sin embargo, a partir de estos cambios, el tema de estas «pequeñas patrias» fue central en esta década siguiente (90s)apoyado por un estilo de narración tradicional. En esta corriente, que pone especial atención al tema de la localidad y las patrias de Europa central podemos ubicar a Andrzej Stasiuk y Olga Tokarczuk, esta última considerada expositora de la versión polaca del realismo mágico, ofreciendo un universo humano colmado de mitos y sutilezas psicológicas, libre de ideologías. Stasiuk describe la Polonia durante la caída del comunismo. Se suman nombres como Szczepan Twardoch, Dorota Masłowska, Monika Sznajderman, Ignacy Karpowicz.