
En la librería tenemos todos los meses una selección temática, una curaduría que busca resaltar libros que compartan un contenido distinto. Año a año esta selección la hemos compartido mediante #ElMurodeNidodeLibros, una exhibición tanto física en uno de los muros de la librería, como virtual en nuestra tienda online.
Durante el 2022 #ElMurodeNidodeLibros se dedicará a explorar 𝗧𝗘𝗥𝗥𝗜𝗧𝗢𝗥𝗜𝗢𝗦
Tercera parada: JAPÓN
Youkoso [ようこそ]…has llegado junto a nosotros a nuestra siguiente parada de #ElMurodeNidodeLibros.
¡Estamos en #TerritorioJAPÓN !
De su nombre en japonés, Nippon o sol naciente, este archipiélago ha sido objeto de fascinación para las culturas occidentales. La tierra del karate y del sumo, de la limpieza y pureza en el hogar, los tatamis, la ceremonia del té. Las geishas y los samurais. De los inexorables códigos de honor, de los árboles de cerezo, del Monte Fuji, de las emociones mantenidas en silencio. Pero también una nación moderna, en la que conviven las antiguas tradiciones con el desarrollo. Uno de los países más poblados, con trenes de alta velocidad conectando las ciudades principales en medio de montes y bordeando costas. Cuna del manga y del anime, del suhi y del mochi.
Su literatura puede trazarse hasta hace dos milenios y en nuestro recorrido no lograremos sino rozar algo de toda esa majestuosa, amplia y variada producción literaria. Desde los haikus, al teatro Kabuki, los poemas épicos, las novelas de viajes, la literatura posguerra y el desencanto del modernismo…
Figuran sus premio Nobel de Literatura (2 con Kawabata y Oé, y medio si contamos a Ishiguro, británico de origen japonés), Akutagawa y Soseki, los Murakami (Haruki y Ryū), y la nueva ola de escritoras japonesas que llevan la literatura a otros temas y estilos.
En la ilustración y en las artes, en la cocina y en la arquitectura, en la moda y en los íconos de cultura popular, Japón es tendencia que llega y deja huella.
Descubriremos el Territorio Japón explorando autores de los distintos periodos o eras de esta cultura milenaria.

𝐊𝐚𝐦𝐨 𝐧𝐨 𝐂𝐡ô𝐦𝐞𝐢 (ca. 1155-1216), aristócrata de nacimiento, destacó como músico y poeta. A pesar de su talento y protección de la corte no le fue dado el cargo de sacerdote sintoísta en favor de otro candidato con mayores influencias. La desilusión y el desencanto pesaron al punto de impulsar a Chômei a adoptar una vida de eremita, siendo este el contexto de 𝗣𝗲𝗻𝘀𝗮𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗺𝗶 𝗰𝗮𝗯𝗮ñ𝗮, – un breve ensayo autobiográfico que con delicada prosa e inspiración budista reflexiona sobre la transitoriedad de la vida, la brevedad y lo efímero de nuestra existencia, – palpable sobretodo en una época como la que vivió Chomei, en medio de la transición del poder de la casta cortesana en la era Heian (794-1185) a manos de los guerreros samurái, en la era del shogunato Kamakura (1192-1333).

𝐓𝐚𝐦𝐞𝐧𝐚𝐠𝐚 𝐒𝐡𝐮𝐧𝐬𝐮𝐢 (1790-1844), escritor del período Edo que cultivó la novela histórica, los relatos de fantasmas y las aventuras legendarias. Algunas de sus obras fueron continuadas por su hijo, Shunsui Tamenaga Junior, como es el caso de una colección de biografías basadas en la historia de los 𝟒𝟕 𝐫𝐨𝐧𝐢𝐧, publicada por primera vez en versión novelada en 1880 con el fin de dar a conocer a occidente esta crónica sobre la gesta más célebre de la historia japonesa. Un relato épico acerca de la lealtad, la venganza y el honor del espíritu samurái.
El arte también documenta la historia y 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐢𝐱𝐭𝐲–𝐍𝐢𝐧𝐞 𝐒𝐭𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧𝐬 𝐀𝐥𝐨𝐧𝐠 𝐭𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐬𝐨𝐤𝐚𝐢𝐝ō, representa no solo una obra maestra de los grabados en madera, sino también un retrato del Japón Imperial del siglo XIX, mucho antes del espectro de la industrialización. En el siglo XVII se instauraron puestos de paso a lo largo de la ardua ruta Kisokaidō, entre Edo (actual Tokio) y Kioto con posadas, tiendas y restaurantes para los viajeros que la transitaban. En 1835, el artista 𝐊𝐞𝐢𝐬𝐚𝐢 𝐄𝐢𝐬𝐞𝐧 (1790-1848) recibió el encargo de crear una serie de grabados para trazar este viaje, la que luego fue continuada por el artista 𝐔𝐭𝐚𝐠𝐚𝐰𝐚 𝐇𝐢𝐫𝐨𝐬𝐡𝐢𝐠𝐞 (1797-1858), principal exponente del paisajismo japonés.
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¿Conoces a Natsume Sōseki?
Posterior al periodo Edo, Japón entró en el llamado período Meiji (1866-1912), caracterizado por los cambios promovidos por el joven emperador Meiji que permitió la adopción de algunas prácticas occidentales, lo que llevó a la modernización de algunos aspectos del país. Por ejemplo, la adopción de la imprenta moderna, la llegada de la fotografía, una creciente alfabetización y la lectura de libros occidentales traducidos.
La literatura de este periodo reflejó una renovación y Sōseki tuvo gran influencia en ello. Considerado el fundador de la novela moderna en Japón, reflejando una narrativa que lidia con el conflicto de valores presente al comienzo del siglo XX cuando la modernidad y los valores occidentales irrumpieron en lo que hasta entonces era una sociedad tradicionalista.
Natsume Sōseki (1867-1916), nacido cerca de Edo (la actual Tokio), en el seno de una familia de samuráis que al entrar en grandes dificultades económicas lo entregaron en adopción. Estudió Lengua Inglesa y fue profesor de literatura. En 1900 viajó a Inglaterra becado como maestro durante dos años, que fueron quizás los más tristes de su vida. Regresó a Japón para trabajar en la Universidad Imperial de Tokio como profesor de Literatura Inglesa. En 1903 publica sus primeros haikus y en 1905 recibe gran reconocimiento por su novela Soy un gato. Le sigue Botchan, una de las novelas más leídas por los japoneses. En su etapa madura, publica Kokoro considerada por muchos como su obra maestra.
Autores cuasi-contemporáneos como Tanizaki, Akutagawa y Kawabata y posteriores como Oé, provienen de esa evolución en la literatura japonesa iniciada con Sōseki; incluso reconocido por otros como lectura influyente hasta muchas décadas posteriores, como en el caso de Haruki Murakami.
Para Sōseki, la modernización no constituía el problema, sino su idealización, la mirada ciega sobre los cambios introducidos. Por ello en su literatura no imitó la novela occidental sino que desarrolló un nuevo lenguaje que fuese suficiente para describir la nueva sensibilidad ante la apertura hacia occidente así como los modos japoneses tradicionales.
Seguimos hacia el periodo Taisho (1912-1926) y Showa Temprano (1926-1945) , indagando en tres de sus autores representativos: Tanizaki, Kawabata, Akutagawa.
Durante este periodo llegó el fin del reinado Meiji y la transición hacia los nuevos partidos políticos, al tiempo que la occidentalización tuvo su mayor inlfiuencia dentro de la sociedad japonesa. Los “rugientes años veinte”, las revistas, el jazz, el cine y la aparicion de la moda gaaru (la versión japonesa de la flapper girl). La agitación política en medio de un mundo en el que ascencdía el socialismo y comunismo fue ahogada con la Ley de Preservación de La Paz en 1095, que castigaba con pena de muerte a los que disturbaban el orden social. El terremoto de 1923 y la gran Depresión de 1929 llevaron a Japón a una recesión, que junto con la muerte del emperador Taisho (1926) marcó el comienzo de la reinado del Emperador Hirohito. A partir de aquí el país caería en el militarismo y ultrancionlaismo del período Showa (1945-1989) que marcó una de las era mas trascendente de esta nación
Junichiro Tanizaki (1886-1965) pieza clave de la novela contemporánea junto con Akutagawa, Kawabata y Mishima. Conocedor de la literatura occidental, influenciado en sus inicios por Oscar Wilde y Poe. Finalizando la década de los veintes, se mudó de Tokyo a Kansai, descubriendo la cultura clásica y premoderna de su país. Una de sus obras más conocidas es «El elogio en la sombra», en la que expone una idea central de la estética tradicional japonesa en la que lo esencial es captar el enigma de la sombra.
Ryūnosuke Akutagawa (1892-1927) escritor de relatos, ensayos y crónicas, considerado uno de los más inquietantes y versátiles de su tiempo. A temprana edad su condición nerviosa se manifestó, amenazado por el fantasma de la locura. Su escritura evidenció su tono desesperanzado e irónico y en sus relatos se funden las culturas a través de su incorporación de las mitologías y fábulas. Luego de varios colapsos nerviosos, una discusión con Tanizaki, y habiendo liquidado sus deudas, puso fin a su vida.
Yasunari Kawabata (1899 – 1972), formó parte en la decada de los veinte del grupo literario neosensacionistas, inclinados hacia el lirismo e impresionismo más que por el realismo social. Exploró temas como la soledad y la sexualidad. Recibió el premio Nobel en 1968. En 1972 estando enfermo y deprimido puso fin a su vida.
Saliendo del periodo Shōwa Temprano (1926-1945) nuestro recorrido nos lleva al momento en que, – ya bajo el mandato de Hirohito, emperador Shōwa de 1926-1989-, la segunda guerra mundial (SGM) ha llegado a su apogeo. El imperio sucumbe ante el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, dejando estragos pero sobretodo miedo, infamia, desencanto y dolor. En la literatura, recorremos cuatro escritores que emergieron durante este periodo, considerada la “generación de la decadencia.”
𝐀𝐧𝐠𝐨 𝐒𝐚𝐤𝐚𝐠𝐮𝐜𝐡𝐢 (1909-1955), escritor centrado en el género fantástico y del terror, pero también conocido por su obra ensayística. A sus veinte años comienza a publicar sus relatos, en los que prima el grotesco, la caricatura y el terror. Hacia el final de la SGM publica sus ensayos, en los que deja entrever su inconformismo. Junto a Osamu Dazai y otros escritores se denominaron la escuela decadente o Buraiha, los que expresaban el despropósito y crisis de identidad en el hombre durante el Japón de la posguerra.
Osamu Dazai (1909-1948) nació en el seno de una familia acomodada, estudió literatura francesa, fue candidato al premio Akutagawa en dos ocasiones y vivió una vida atormentada entre el alcohol, la pobreza y el desencanto producto de la hecatombe que trajo la guerra. Considerado un enfant terrible de la literatura japonesa, su obra se sigue publicando hoy siendo su novela más personal “Indigno de ser humano”. Luego de varios intentos previos de suicidio, puso final su vida lanzándose al rio con su amante. Tenía tan solo 39 años.
Yasushi Inoue (1907-1991) pertenece a esa generación afectada por la derrota de Japón, que construyó una obra en busca de un diálogo en tradición y modernidad. Fue periodista y crítico de arte, candidato al Premio Nobel de Literatura, ganador del Premio Akutagawa con La Escopeta de caza y Corrida de toros (Bullfight , 1949) dos novelas breves escritas pocos después de su servicio militar durante la segunda guerra mundial. En adelante se convirtió en una autor prolífico en diversos géneros.
Seicho Matsumoto (1909 – 1992) comenzó su carrera literaria a los cuarenta años y con su segunda publicación mereció el Premio Akutagawa. Escritor de novela negra y detectivesca, su obra se ubica en esa transición de la segunda mitad de los 50s hasta los inicios de los 70s, años durante los que Japón se alzó de la devastación de la guerra y se convirtió en una potencia mundial en tan solo dos décadas. Bajo una nueva nación ultra capitalista que acogió a occidente (especialmente a EE.UU.) y la crisis de valores al dejar atrás los códigos tradicionales del bushido, Japón vivió un milagrosos crecimiento no sin las implicaciones que eso trajo en la sociedad. Matsumoto escribe sobre ese lado oscuro de una sociedad que abraza el cambio y renuncia a muchos de sus valores arcanos. Sus novelas se ambientan en Japón, con personajes de la mafia, un ambiente de corrupción, cuyos personajes princiaples son detectives corrientes a través de los que se evidencia una critica socio-política del autor.
Nos extenderemos un poco más en el periodo Shōwa (1926-1989), encabezado por el Emperador Hirohito, el reinado más largo de todos los emperadores japoneses, llamado el periodo de la paz ilustrada. Asistimos a la llegada de una generación que vive su infancia y juventud en el Japón de la posguerra, y su adultez en el periodo de la recuperación tras la segunda guerra mundial, como un país imperialista y militar pasando a la conversión en lo que hoy conocemos como una nacionalización industrializada y capitalista. Este gran cambio se debió a que por primera vez en su historia Japón fue ocupado por una potencia extranjera, – ocupación por parte de los norteamericanos durante siete años que conllevó a grandes cambios en la organización económica y política del país. En 1952 Japón recobra su soberanía y se encamina a convertirse en una superpotencia mundial.
Aquí exploraremos cuatro autores producto de este momento histórico que superaron la generación del desencanto y forjaron una escritura singular.
Kōbō Abe (1924-1993), estudió medicina pero decidió dedicarse a la literatura, desarrollando un estilo como él mismo denominó de ”ficción científica.“ Contemporáneo de Mishima y de Oé, siguió la tradición de Tanizaki, pero estuvo más al tanto de la literatura de occidente. Vivió en Manchuria durante la segunda guerra mundial y esperó su fin para regresar a Japón. Su estilo surrealista, absurdo con matices kafkianos y situaciones inverosímiles, lo convirtieron en un autor singular dentro de la tradición literaria.
Akiyuki Nosaka (1930-2015) novelista y cantante pop, perdió a su madre tempranamente y fue adoptado. En 1944, cuando tan solo era un adolescente, vivió el ataque aéreo sobre Kamakura durante la Segunda Guerra Mundial. Retorna a Tokyo y se desempeña en varios empleos, al tiempo que escribe guiones de tv y letras de canciones. Publica varias novelas recibiendo numerosos premios entre ellos el Akutagawa. Activista contra las guerras, manifestó sus aspiraciones políticas y siguió publicando ensayos contra la guerra, el poder establecido y reflexiones dirigidas a los jóvenes.
Yasutaka Tsutsui (1934), novelista, actor y músico, reconocido por sus obras de ciencia ficción. Sufrió la censura por algunos de sus cuentos y en protesta a la falta de libertad de expresión decidió dejar de publicar en su país. Durante mucho tiempo su obra solo se pudo leer en internet.
Kenzaburo Oé (1935), nació y vivió en los bosques de Shikoku. Vivió las guerras allí y se marchó a Tokyo para ingresar a la universidad. Su obra es profunda y aborda aspectos de la sociedad contemporánea japonesa , – el conflicto entre modernidad y tradición, la transición a una sociedad democrática, el rescate de los mitos propios de su tradición -, así como cuestiones humanas basadas en su vida propia, – la paternidad, el dolor y sufrimiento ante la enfermedad. Recibió el Premio Nobel en 1994.
Llegamos ahora a tiempos muy cercanos a los actuales, durante la era Heisei (1989-2019), tiempos del reinado de Akihito. Para 1989 Japón ya era una superpotencia, luego de un crecimiento muy rápido y un yen fortalecido sobrevino un largo periodo deflacionario. Es el comienzo de la cultura ”futurista” japonesa como la conocemos: las casas automotrices, las tecnologías avanzadas, el manga y el anime, el cambio en el paradigma de las relaciones románticas, un rechazo a las anteriores dinámicas de la era Showa en las relaciones matrimoniales en los que la sujeción de la mujer por su dependencia económica prevalecía. La era de los videojuegos (1989, año de lanzamiento del Nintendo Game Boy) y de los nuevos héroes y heroínas retratados para la juventud en las creaciones de Studio Ghibli y su director Hayao Miyazaki. Los nuevos modelos de relacionamiento entre hombre y mujeres y con la realidad versus las pantallas, implicó un descenso en la tasa de natalidad del país. Descubrimos cinco autores cuyas primeras publicaciones se dan en este período.
Haruki Murakami (1949), el escritor japonés más vendido en el mundo. Su estilo ha sido descrito como realismo mágico, con matices de ciencia ficción, pero sobre todo surrealista y onírico en el que constantemente reaparecen protagonistas en estados de crisis y en busca de sentido. Su nombre ha estado en el sonajero del Nobel durante años.
Hiromi Kawakami (1958), publicó su primera obra en 1990 y en adelante le han seguido novelas que la han convertido en una de las escritoras japonesas mas leídas. Ha recibido numerosos premios por una obra que con sutileza y profundad indaga en las vidas privadas y la reflexiones del Japón actual, en un universo literario en el que las protagonistas son primordialmente mujeres a cargo de su propio destino.
Takashi Hiraide (1950), poeta y crítico obtuvo fama mundial con su novela El gato que venía del cielo. Su estilo proviene de la tradición de las I-novels en la que se narra en primera persona a partir de un juego con los recuerdos y memorias, y la frontera entre autor y narrador es difusa.
Kyoichi Katayama (1959), inició su trayectoria literaria en 1986. Su fama internacional se dio en 2001 con la publicación de su cuarta novela Un grito de amor desde el centro del mundo, convirtiéndose en una de las novelas mas vendidas de su país en todos los tiempos. En una entrevista declaró, «Hoy Japón es una de las naciones más prósperas y sin embargo muchos se sienten infelices y piensan que en el camino se ha perdido algo espiritual”. Quizás motivo por el cual su novela, que trata de un relato de amor y pérdida entre adolescentes, generó tanto apego entre los lectores.
Banana «Nashe» Yoshimoto (1964), irrumpió en el parnorama literario en 1987 con Kitchen, una novela sorprendente en la que la tecnología y la cocina son el telón de fondo de crisis personales. Es quizás junto a Murakami, una de las voces contemporáneas mas conocidas fuera de su país. En su haber hay mas de una docena novelas y sus obra mas reciente son ensayos Un viaje llamado vida.
Escritoras japonesas
Aunque la literatura japonesa data de hace más de dos mil años, – de la que te hemos ido mostrando un poco en este recorrido por Territorio Japón -, destaca una nueva ola de escritoras mujeres que han resignificado los temas y estilos y dibujan un Japón en sintonía con las preocupaciones y sentires de la actualidad. No sólo porque la mujer ha tomado mayor agencia a nivel mundial, sino porque hoy por hoy las mujeres están siendo protagonistas de grandes cambios sociales.
Junto a escritoras consagradas como Hiromi Kawakami, Banana Yoshimoto y Yoko Ogawa, te presentamos esta “new wave” de escritoras japonesas y algunas de sus obras recomendadas:
𝐇𝐢𝐫𝐨 𝐀𝐫𝐢𝐤𝐚𝐰𝐚 (1972) / A cuerpo de gato
𝐌𝐢𝐞𝐤𝐨 𝐊𝐚𝐰𝐚𝐤𝐚𝐦𝐢 (1976), cantante y escritora, ganadora del premio Akutagawa 2007. / Breast and Eggs (Pechos y huevos)
𝐒𝐚𝐲𝐚𝐤𝐚 𝐌𝐮𝐫𝐚𝐭𝐚 (1979), ganadora de los premios Yukio Mishima, Akutagawa, entre otros. / Convenience Store Woman
𝐘𝐮𝐤𝐢𝐤𝐨 𝐌𝐨𝐭𝐨𝐲𝐚 (1979), novelista y dramaturga, ganadora de los premios Yukio Mishima, Akutagawa, Osamu Dazai, Noma Literary New Face Prize, entre otros. / Mi marido es de otra especie
𝐍𝐚𝐭𝐬𝐮𝐤𝐨 𝐈𝐦𝐚𝐦𝐮𝐫𝐚 (1980), ganadora de los premios Yukio Mishima, Akutagawa, Osamu Dazai, Noma Literary New Face. Prize, entre otros. / The Woman in the Purple Skirt
𝐇𝐢𝐫𝐨𝐤𝐨 𝐎𝐲𝐚𝐦𝐚𝐝𝐚 (1983), ganadora del premio Shincho y Akutagawa. / Agujero
Voces que nos muestran Japón desde “fuera”
El premio Nobel 2017, Kazuo Ishiguro emigró a Reino Unido a los 5 años de edad. Sus novelas son narrativas psicológicas en las que la memoria y el pasado juegan un rol central, en algunos casos acudiendo a las distopías para reflexionar acerca de la naturaleza humana.
Yoko Tawada vive en Berlín, y escribe tanto en japonés como en alemán. En su literatura resalta su experimentación con las formas lingüísticas, en manos de protagonistas que se encuentran generalmente en el entrecruzamiento de culturas y nacionalidades.
Yu Miri es japonesa de nacimiento pero coreana de familia. Aunque no vive en la diáspora japonesa, siempre fue considerada y se sintió foránea, una llamada “zainichi” en su país natal. Su novela Tokyo Ueno Station ganó el U.S. National Book Award for Translated Literature 2020, en la que el protagonista es un obrero de construcción que ya muerto deambula por el parque de la estación Ueno, presentando personajes marginales y olvidados por la sociedad.
Julie Otsuka, nacida en los EEUU de familia japonesa, cuenta en Buda en el Ático, novela ganadora del PEN/Faulkner, la historia de jóvenes mujeres japoneses que partieron a Norteamérica a comienzos del siglo XX prometidas en matrimonio a hombres que solo conocían por fotografías.
Aki Shimazaki, vive en Canadá hace cuarenta años y escribe en francés. En su novela Hôzuki, la librería de Mitsuko, revela la fuerza de los lazos familiares y el amor maternal.
Anna Cima es checoslovaca, vive en Japón y es especializada en estudios japoneses y literatura de la posguerra. Su novela Me despertaré en Shibuya, -elegida Libro del Año 2019 en su país, – narra la llegada de una joven a su soñada Tokio y lo imprevisible de su adaptación a una nueva cultura.
La ilustración japonesa en la LIJ
Llegamos a nuestra última parada en esta exploración de Territorio Japón y destacamos los autores e ilustradores japoneses que se han convertido en referentes favoritos de los lectores y críticos y le han dado un gran nombre en el ámbito de la LIJ.
Keiko Kasza, ilustradora radicada en EEUU es la creadora de personajes infantiles entrañables. Satoshi Kitamura es reconocible por sus libros álbumes en los que con su estilo, que pareciera derivar del cómic, ambienta historias con tintes surrealistas, llenas de humor y sorpresas. Los libros de Taro Gomi son coloridos, con historias o secuencias sencillas, en formatos ideales para avivar la curiosidad de los más pequeños lectores. Shinsuke Yoshitake es autor de libros en los que aborda temas filosóficos o se realiza preguntas acerca del ser y la vida en un tono y estilo humorístico y desde la perspectiva de los niños. Akiko Miyakoshi es una joven ilustradora cuya técnica revela muchas capas y texturas, sus personajes animales y atmósferas cargadas de emoción, hacen de sus libros lecturas sensibles y profundas.
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