
Nuestros viajes a través de #ElMurodeNidodeLibros nos llevaron por ocho 𝗧𝗘𝗥𝗥𝗜𝗧𝗢𝗥𝗜𝗢𝗦 en 2022. Nos sigue impulsando el deseo de conocer más de un lugar a través de su literatura y este año continuaremos el itinerario con nuevos territorios literarios. Mes a mes arribaremos a un nuevo destino, proponiéndoles aquí una selección curada de autores y libros del Territorio (exhibida tanto físicamente en uno de los muros de la librería como virtualmente en nuestra tienda online), sumado a entradas en nuestro blog, y eventos y actividades relacionadas.
Ahora hemos llegado a #TerritorioColombia…Descubre aquí nuestro viaje.
𝗥𝗨𝗧𝗔 𝗹𝗶𝘁𝗲𝗿𝗮𝗿𝗶𝗮 𝟮𝟬𝟮𝟯, tercer destino:
COLOMBIA
Venimos viajando desde el Oriente buscando a Colombia.
En el imaginario mundial, pero también en el nacional, ha quedado la impronta de un país violento, víctima de la guerra, de la corrupción, de la centralización del gobierno, de las muchas desigualdades. La literatura se ha encargado históricamente de registrar estos desequilibrios en el deber ser de una nación. Y por fortuna, nuestra literatura ha mantenido una persistente voz de denuncia.
Pero también Colombia es un país de matices, con gentes que aunque de una misma nación, difieren en sus costumbres, en sus tradiciones, en sus sensibilidades y en los procesos que los han determinado. Y hemos forjado una noción de que los colombianos somos tan diversos como nuestra flora y fauna. Así la literatura del Caribe se distancia de la del resto del país; los escritores de provincia no tienden a registrar la misma Colombia que los del centro.
Movimientos tan contundentes como el boom de los 60s forjaron una generación de escritores cuya repercusión en la producción literaria nacional fue que tal que tardaríamos muchos años en poder romper con esta tradición. García Márquez creó una Colombia imaginaria, un Macondo que sobrepasó fronteras y estableció con sus claves del realismo mágico un territorio literario en sí mismo.
Los años de la violencia que siguieron llevaron a una literatura centrada en el terror, el narcotráfico, los secuestros y el miedo de una población que poca esperanza albergaba de la sostenibilidad de la patria. Las culturas populares en voz de las pandillas y la narcocultura se tomaron gran parte de las historias que los escritores nos contaban a nosotros y al mundo.
Con el tiempo vinieron otros vientos y otras voces decidieron narrar desde lo universal, desde lo que nos representa más allá de las coyunturas sociopolíticas. Así también la producción editorial colombiana decidió apostarle a nuevos escritores, a la escritura experimental, al relato y al ensayo. La edición independiente impulsó una nueva camada de escritores que han trascendido internacionalmente, agregando otros matices a la ya conocida tradición literaria colombiana.
Sigue aquí nuestras cápsulas de viaje en las que revelaremos nuestros hallazgos sobre la literatura de #TerritorioColombia. Puedes consultar nuestra selección literaria que consta de más de 500 títulos, aquí.
Cápsula de viaje # 1
Las provincias de la literatura colombiana
Comenzamos nuestro recorrido literario por Colombia con la siguiente pregunta, ¿cuáles son los escritores que están contando el país y desde dónde?
En Colombia, se habla constantemente de los «territorios», revelando con ello una tensión inherente al centro versus el margen o la periferia. Nos preguntamos si en la literatura contemporánea aparecen esos territorios y quién los está narrando. Conversamos con el escritor y editor Óscar Daniel Campo, haciendo un recorrido por obras que buscaron narrar a la Colombia más allá del centro, no sólo fuera del núcleo territorial sino del temático y del estilístico.
Obras como La Vorágine (1924) de José Eustasio Rivera (Rivera, Huila, 1888), buscaron en su momento reflejar una realidad que transcurría mas allá de la capital y sus zonas de influencia. Una pareja de amantes escapan a la selva amazónica, revelando las vicisitudes y la opresión a la que colonos e indígenas era sometidos en pro del comercio del caucho.
Décadas más tarde (los sesentas hasta entrados los ochentas) Gabriel García Márquez (Aracataca, Magdalena, 1927) encontró una nueva fórmula con la que narrar la realidad de la costa caribe. Sus narraciones hiperbólicas, que luego llevaron la designación de «realismo mágico», se convirtieron en una mirada, que aunque fantasiosa, era sin duda más cercana a y propia de la realidad de los habitantes de la región.
Como ejemplo reciente destaca Afuera crece un mundo (2017) de Adelaida Fernández Ochoa (Cali, 1957), novela en la que la escritora retoma a Feliciana, un personaje marginal de la novela María (1867) de Jorge Isaac y le abre una historia propia. Proveniente de Gambia, su identidad real es Nay, quien vendida como esclava es ahora la administradora de la lechería y huerta de una de las haciendas de Ibrahim Sahal, padre de Efraín. En esta novela, Nay subvierte el rol comúnmente representado de la mujer negra esclava, ayudando la causa de los cimarrones. Nay, ahora madre de Sundiata, hará lo necesario para proteger a su hijo y emprenderá un viaje de regreso a su país de origen, en una aventura dificultosa que revelan el temple de madre e hijo.
Fruto de esta conversación Campo también nos recomienda leer a tres autores que marcaron una diferencia respecto de sus congéneres: Manuel Zapata Olivella (Lorica, 1920 – Bogotá, 2004), Helena Iriarte (Bogotá, 1937) y Albalucía Ángel (Pereira, 1938).