El 20 de agosto de 1984, el poeta José Asunción Silva viajó en el recién inaugurado ferrocarril Cartagena-Calamar. Al día siguiente, desde Cartagena, escribió una carta a su madre y a su hermana en la que describió como una cosa de otro mundo puesta por encanto en ese lugar.
Un diablo al que llaman tren cuenta, apoyado en un amplio acervo de fuentes documentales y gráficas, la historia de ese «animal jadeante» que con su silbato festivo pretendía despertar ala ciudad de Cartagena de Indias de una modorra de siglos. A través de fuentes testimoniales, el libro reconstruye vívidamente la forma en que los habitantes de los pueblos de la línea se embarcaron a su manera en la locomotora del progreso.