La eficacia satírica de Mrozek, que lo ha convertido en una figura venerada en su Polonia natal (así como en muchos otros países en los que su obra ha sido traducida), es de tal magnitud que se ha convertido, incluso a su pesar, en referencia ineludible. Con un humor punzante, cercano a veces al jocoso disparate, siempre finísimo y a veces definitivamente poético, mantiene en el lector, viva y sin grandilocuencia, una sonrisa que estalla a menudo en franca carcajada, en la que siempre palpita la fuerza vital de la libertad.
«Tienen los relatos de Mrożek la irreverencia y el desparpajo de quien tiene cosas que contar y no se anda por las ramas».
José Andrés Rojo, El País
«Los cuarenta y dos relatos contenidos en el libro pueden verse como diagnósticos clínicos de la estupidez humana, ante la cual Mrożek adopta una posición, a veces entrañable y hasta ternurista, otras cruel o irritada, y a menudo completamente desconcertada».
Diario de Navarra