En literatura, el orden de los factores altera irremediablemente el producto, frase recurrente en mis escritos, postulado que de manera flagrante se verifica en esta antología, esta compilación ordenada por la mirada joven y sabia de Ana Negri, que ha reunido varios de mis ensayos de manera novedosa e iluminada. A lo largo de mi obra, me he preocupado por recuperar cuerpos, el de Malinche, la lengua o intérprete de Cortés durante la conquista de México; el de Santa, la prostituta protagonista de la novela del mismo nombre de Federico Gamboa, vendido a retazos como en las carnicerías se vendía la carne de las vacas; el cuerpo de los mutilados en la India; el de los asesinados y cremados en los campos de exterminio; el de Sor Juana Inés de la Cruz, sus musas y la Virgen María; el cuerpo martirizado de las santas y el flagelado de las monjas; el cuerpo apaleado, vejado, zarandeado del Quijote y la mano tullida de Cervantes; el cuerpo convertido en piedra de Pedro Páramo; los cuerpos de quienes sufren violencia de género; el de los suicidas y, last but not least, el cuerpo erótico, el cuerpo enfermo, envejecido o exangüe. Privilegio el fragmento en la textualidad: es mi herramienta de trabajo. Pero también fragmento los cuerpos para mirarlos mejor, como le dijo el lobo a Caperucita Roja. En suma, trabajo el fragmento como se ensamblan los mosaicos, obra elaborada con teselas, es decir, con trocitos de piedra, cerámica o vidrio, de diferentes formas y colores, para formar composiciones geométricas o figurativas, cuyos temas pueden ir desde la mitología hasta escenas de la vida cotidiana.