Mostrar, no decir

Libros que nos hacen preguntas

¿Cómo debemos ser para estar en este mundo? En ocasiones los adultos esperamos que los libros respondan esta pregunta para los niños, y a través de sus historias enseñen el “modo correcto” de como ser, estar, hacer, sentir… Pero lo cierto es que la literatura que da normas y pautas, que dice en lugar de mostrar o simbolizar, que señala en lugar de dejar que el lector llegue a una idea propia, – generalmente sino todas las veces, esa literatura didáctica es aburrida, pasajera y carente de valor estético.

La literatura encuentra maneras de narrarnos el mundo a través de simbolismos. Nos hace plantearnos preguntas, cuestionar y reflexionar. Nos abre espacio para hablar de ciertos temas. Muchas veces los adultos se acercan a los libros para niños con la esperanza de que el libro enseñe a los niños modales, o a no ser egoístas, a ir al baño, a no hacer pataletas, a ser buenos ciudadanos… En esta misma línea rehúyen de los libros en los que el protagonista es rebelde, se sale de las normas, tiene miedo o llora, está triste, o hace travesuras… Como adultos nos empecinamos en que los libros solo muestren el deber ser y no lo que es.

¿Qué ocurriría si la literatura estuviese “lavada” (citando a Marina Colasanti) de toda lo políticamente incorrecto, de lo negativo, de lo triste, del drama? Nos perderíamos de grandes obras que nos recuerdan que la vida está hecha de matices. Pero por sobretodo, leeríamos sin ahondar en los pliegues de nuestra existencia. Dejaríamos de hacernos preguntas. Porque los buenos libros nos hacen cuestionarnos, y en ese proceso aprendemos más de la vida y de nosotros mismos.

#NidoRecomienda esta selección de lecturas en las que surgen preguntas esenciales tales como: ¿Quién tiene derecho a gobernar? ¿El fin justifica los medios? ¿Una acción dudosa se justifica si es para un buen fin? ¿Hasta dónde llegan la liberta personal y cuando empieza la colectiva? ¿Cuánta distancia hay entre la bondad y el egoísmo? Más allá de esperar que de una lectura resulte una asimilación inmediata de un conocimiento o norma y que este se convierta así en hábito, la literatura provee espacio para una construcción de la identidad y el ser mucho más amplia y satisfactoria. La literatura desde su función primordialmente estética (el arte por el arte), – desde las historias que plantea, ya sean estas cercanas a la realidad o constructos sofisticados-, genera un espacio de encuentro entre el lector y su interioridad. En este límite, en esta frontera entre la interioridad y la exterioridad que plantea la literatura, el lector desarrolla una mirada reflexiva. En este tercer espacio, el lector confronta sus hábitos, ideas y creencias contra los que plantea la lectura y se mira a sí mismo desde un nuevo lugar, – desde el lugar que le plantea ese otro mundo al que ha ingresado desde lo leído. Es mediante ese modo en que se narra y no solo se dice desde lo literario en que el individuo, desde la niñez a la adultez, se piensa y se replantea a sí mismo.

Más allá de lecturas que muestren al protagonista compartiendo sus juguetes, o haciendo sus deberes, o siendo un buen ciudadano, existe la literature que ofrece relatos que plantean la asimetría entre lo que el niño hace y se espera de él, o un protagonista que a veces se equivoca, que no es perfecto, que aprende, que toma decisiones equivocadas, a veces se sale con la suya, a veces aprende. Más allá existe la literatura que plantea aprendizajes más profundos sobre la vida sin que la creación literaria haya está supeditada a esta función educadora.

En The Sneetches and Other Stories, el ingenioso y controversial Dr. Seuss plantea la diferencia (los Sneetches con estrella en la panza y lo de la panza en blanco) como una desigualdad. ¿Ser diferentes hace de unos mejores que otros? En una carrera desenfrenada un tipo de Sneetches hará lo imposible por ponerse la estrella de la panza. Acudiendo a Sylvester McMonkey McBean, un individuo que ofrece el tratamiento de una maquina que pone las estrellas, los Sneetches pagaran todos sus billetes. Luego los otros Sneetches, viendo que ya no es novedad tenerlas, acceden a la propuesta de McBean de que su maquina ahora se las retire. Y en este ir y venir, los Sneetches ya sin dinero y confundidos sin saber quienes eran con o sin estrellas, McBean se marcha del lugar con sus baúles llenos de dinero. Con el humor satírico que caracteriza a Dr. Seuss, en esta historia se pueden tirar de muchos hilos: la verdadera
esencia del ser, la diferencia con el otro, el consumismo/materialismo para adaptarse a las modas.

En 1888 Oscar Wilde publicó The Happy Prince and Other Stories, pasados un par de años del nacimiento de su segundo hijo. Aunque El Principe Feliz revela un registro moralista y edificante en clave de cuentos de hadas, su lenguaje poético y la contundencia de su trama lo han convertido en un clásico que supera las modas y el pasar de los años. En la edición ilustrada por Maisie Paradise Shearring, el cuento adquiere otra dimensión en el que la riqueza de las imágenes acompaña acertadamente el tono poético y reflexivo del relato haciéndolo accesible a pequeños lectores.

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The Happy Prince; Oscar Wilde, Maisie Paradise Shearing (Ilus)

La confianza en quienes somos y en el ser que proyectamos hacia los demás es un proceso tanto madurativo como social. Muchos libros hoy en día se editan en función de la necesidad de que la lectura sea coadyuvante de este proceso. Sin embargo, cuando la intención es evidente, al estilo de refuerzos positivos o entrenamiento emocional, la lectura adolece de su valor estético y se convierte en un libro instrumental de corto alcance. A nivel simbólico o metafórico existen muchos autores que exploran la autoconfianza y la identidad no como un tópico sino como un resultado de una historia más amplia y elaborada. Así ejemplos como Willy el Tímido de Anthony Browne o Vamos por partes de Yael Frankel, dan cuenta de protagonistas que se preguntan y cuestionan su construcción personal, llegando a términos consigo mismo ya sea a través de situaciones fantasiosas como las de Willy o la autocrítica como en el caso de Vamos por partes. En King Louie’s Shoes, el rey Louis XIV de Francia es un gran rey, pero de un tamaño pequeñísimo. Con gran humor D. J. Steinberg muestra la faceta dubitativa de un niño rey que no se siente a gusto con su baja estatura y se intenta apañar con unos zapatos gigantes. En tono divertido Louie descubrirá que lo hace grande y al final de la historia, viñetas con datos importantes acerca del rey de Francia.

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King Louie’s Shoes; D. J. Steinber, Robert Neubekcer (Ilus)

Para hablar de grandes reflexiones acerca de la línea que separa el bien del mal, el bien propio del común, y los limites de la naturaleza humana, por fortuna abundan grandes novelas que exploran a profundidad estas grandes preguntas. En Nothing de Jane Teller, el sentido de la vida es explorado hasta el límite por un grupo de adolescentes escépticos llevando su búsqueda a la práctica de rituales y experimentos transgresores dejando en ellos y en su entorno huellas emocionales irreversibles. Con ecos de El Señor de las Moscas, Teller aborda el mundo adolescente desde su núcleo más primitivo en el que la individualidad y la colectividad se ven enfrentadas.

The Whiz Mob & the Grenadine Kid; Colin Meloy, Carson Ellis(Ilus)

El humor tiende a ser un recurso para abordar temas que de otra forma parecerían amenazadores, al tiempo que la sátira permite hacer menos evidente la crítica hacia estos. Cuando la trama plantea situaciones extremas, hilarantes y cómicas, los personajes que tienen matices, – no siempre buenos ni siempre malos-, son vistos bajo una lente que despliega sus facetas y por tanto los lectores podemos ver no una sino todas ellas. No es el autor quién condiciona nuestro entendimiento ni apreciación del personaje, sino nosotros los lectores quienes bajo esta contraposición entre humor y drama logramos ver su profundidad. Este ejercicio asimila a la vida real, pues nuestra realidad no es plana y uniforme ni los somos los seremos humanos. Los buenos no tan buenos, los malos no tan malos, los personajes rebeldes, los villanos redimidos ofrecen miradas complementarias y nos dibujan la vida no como debería ser sino como es. Y en este ejercicio de valoración es que los lectores, de todas las edades, tejemos nuestra red de creencias y valores. En The Whiz Mob and the Grenadine Kid de Colin Meloy, un chico de doce años que llega a vivir con su padre en la Marsella en los años sesenta, descubre a una banda de jóvenes carteristas. En lugar de denunciarlos la curiosidad lo lleva a amistarse con ellos y unirse a su banda. Su lema es solo robar a quienes les sobra y Charlie se ve sumergido en una afición por perfeccionar las técnicas de sustracción subrepticias. Pero pronto ocurre que los robos ya no son menores y llegará a un terrible descubrimiento que cambiará su visión de todo lo que le ha ocurrido. Narrado con humor, en clave de acción y con giros sorpresivos es una lectura que atrapa a los jóvenes lectores al tiempo que abre ciertos cuestionamientos. ¿El fin justifica los medios? ¿Cómo no desestimar la voz de la conciencia?

King Mouse; Cary Fagan, Dena Seiferlin (Ilus).

En medio de un bosque un ratón encuentra una corona. Se la prueba en su cabeza y le encaja a la medida. Cuando el oso le pregunta si es el rey, el ratón asiente. Asume su rol de monarca con la misma naturalidad con la que posó la corona en su cabeza. Pero cuando la serpiente aparece con una corona alegando ser la reina, al ratón no le causa mucha gracias especialmente cuando todos los demás animales encuentran sus propias coronas. ¿Quién gobierna en un reino donde todos son reyes autoproclamados? Todos los animales ensimismados por su nuevo adquirido status, no dan cuenta de que oso no encuentra una corona para él. El pequeño ratón sorprenderá a todos con el gesto que dirige a su amigo del bosque. King Mouse despliega un mensaje acerca de la empatía y que nos devuelve una pregunta, ¿llevar una corona es suficiente para ser el rey? La sutileza de las ilustraciones y los tonos sepias remiten a un tiempo pasado, a una historia de antaño evocando un conocimiento antiguo sobre el mundo, una postal de ayer que atesora algo memorable.

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