
Las luchas y la conversación
Son pocas las veces que casos de injusticia y violencia adquieren una repercusión social y política como el de George Floyd el pasado 25 de mayo. Un hecho que revive una conversación en deuda, no solo en cuanto al racismo, sino a las muchas vejaciones que se acometen o a la invisibilización que se ejerce contra los que no forman parte de la corriente, discurso o población dominante.
En medio del zumbido mediático y las manifestaciones dedicadas a defender la vida de los afroamericanos, es importante preguntarse como lograr que el momentum adquirido no se diluya y la reflexión y el auto examen que como sociedad debemos hacernos se traduzca en un verdadero cambio de mentalidad y por ende de acciones. Y aunque en este momento los movimientos alrededor del mundo izan la bandera de Black Lives Matter, es oportuno también mirar cómo las otras formas de discriminación, violencia, segregación, están igualmente instauradas en nuestra cotidianidad. Las mujeres, las minorías, los diferentes…
¿Qué podemos aportar a la conversación? ¿Cómo aunar nuestra voz sin generar tan solo ecos si no amplificarla? ¿Cómo hacer de la protesta una oportunidad de aprendizaje que perdure más allá del calor mediático del momento? Debemos rebuscar en nuestras costumbres e ideologías instaladas, -desde lo visible y lo menos perceptible-, y revisar cuánto de lo que habitualmente practicamos y decimos o incluso omitimos, contribuye a sostener estas conductas discriminatorias. Es importante recordar que no solo dicho, sino lo que también omitimos conversar y abordar, genera que las corrientes dominantes excluyentes se asienten en nuestro modo de vida como sociedad.
¿Cómo podemos desde casa, desde la escuela, desde nuestro día a día, hacer para educar en relaciones más filiales y justas?
Del lenguaje a la reflexión
Proponemos tres palabras sobre las que reflexionar:
Tolerancia. Por definición es el respeto por las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas aunque no coincidan con las propias. Ser tolerante implica el reconocimiento del respeto como pilar de una sociedad justa.
Pero la tolerancia por si sola se queda un poco corta, pues es el respeto practicado desde la barrera. Se puede ser tolerante, pero esto también puede implicar una inactividad. No tomar partido cuando llegue el momento de defender el lugar del otro. Se puede ser tolerante pero aun así ser un espectador ante las injusticias perpetradas por otros.

De The Wall in the Middle of the Book; Jon Agge. Dial Press.
Empatía. Término utilizada ampliamente hoy en día por psicólogos y educadores refiriéndose a la capacidad de percibir, compartir o inferir el estado. emocional de los demás, reconociendo al otro como un individuo similar con mente propia. En este traslado transitorio al lugar del otro, la persona empática logra ver el mundo desde la posición del otro, con ello solidarizándose y comprendiendo su situación. El origen de la palabra se traza al vocablo griego empathés y empháteia, que originariamente significaban pasión, o de alguien que se afecta, se emociona, o se apasiona internamente. De modo que la empatía, mas allá de lo racional que pueda implicar la tolerancia, nos ubica también en el plano de los sentimientos y emociones, acercándonos emotivamente a ese otro ser.
Igualdad. Si la tolerancia y la empatía son necesarias, no podrían ser posibles si no reconociéramos que todos somos sujetos de la misma naturaleza, nos componen los mismos átomos, células. La materia de la que estamos hechos no es diferente más que en pocos grados de diversidad genética, que solo aportan variedad en rasgos mas no en especie. Que nos diferencian coyunturas sociales e históricas que ninguno elige al nacer. Qué, de otro modo, el acceder a unas condiciones sociales y económicas más ventajosas solo nos debería dotar de más deberes y responsabilidades, pero no por ello de más humanidad.
Abordar estas tres palabras y sus connotaciones puede hacerse desde lo simbólico, desde lo narrativo, desde lo hipotético, y así presentar a los lectores, incluso aunque pequeños en edad y en experiencia vital, una forma de ser en el mundo sobre la que puedan reflexionar.

De Tusk Tusk; David McKee. Andersen Press.
Lecturas para repensar el mundo
Dejamos aquí una lista de unas cuantas lecturas que nos permiten como lectores y mediadores de lectura, abordar estos temas y vincularnos simbólica y empáticamente con otros. Y sobre todo conversar sobre aquello que nuestro mundo equivocadamente perpetúa, y sobre aquello que desde nuestro lugar podemos hacer para cambiarlo.
The Hundred Dresses de Eleanor Estes
Publicada en 1944 y ganadora del Newbery Honor en 1945, cuenta la historia de Wanda, una hija de inmigrantes que al llegar a la escuela se enfrenta a las burlas del curso por su ropa desgastada y su origen polaco. La historia es narrada desde la perspectiva de Maddie una de las niñas de la escuela cuya amistad con Peggy la popular, la mantiene dividida entre burlarse de Wanda y amigarla. Wanda se ufana de tener cien hermosos vestidos, causando aun más irritación entre sus compañeros de curso. Pero Wanda no miente. Solo que los demás no ven el mundo como Wanda. Una breve novela que plantea el papel del opresor y burlón pero también del espectador que no toma partido a tiempo. Estes vivió un episodio similar en su infancia, en el que todos se burlaban de una niña polaca, que en medio de un pequeño pueblo norteamericano posterior a la Segunda Guerra Mundial era una extraña. Esa misma niña se marchó a mitad de año a otro estado y Estes nunca tuvo oportunidad de expresarle su arrepentimiento y perdón. Su historia motivó la escritura décadas después como una oportunidad, aunque ya no a tiempo para resarcir, al menos de no olvidar el importante deber que tenemos de dar lugar al otro.
Tusk Tusk de David Mckee
Con la agudeza que caracteriza a la obra de McKee, el trasfondo de esta historia puede llevarnos a conversaciones de dimensiones políticas y filosóficas que la aparente simplicidad del texto pareciera no equiparar. En mundo en el que solo hay dos tipos de elefantes, – blanco y negros-, que se quieren con todas las demás criaturas, excepto entre ellos. Se mantuvieron separados por grandes paredes hasta que decidieron aniquilarse. Pero aquellos, tanto blancos como negros, que no quisieron pelear, se adentraron en lo profundo de la jungla para no ser vistos jamás. La guerra siguió hasta que todos desaparecieron y pasaron años sin que la tierra avistara elefantes. Pero un día, los nietos de aquellos que se habían ocultado decidieron dar la cara al mundo, ya no negros ni blancos sino todos ellos grises, quienes estando lejos de la guerra pudieron mezclarse. El final de la historia, muy propio del espíritu inquisitivo y critico de McKee, plantea un desenlace ulterior. ¿Es acaso la historia una elipsis? ¿Quién no aprende de los errores pasados está condenado a repetirlos? O, ¿es acaso la naturaleza humana una de profundas contradicciones? Una fábula publicada inicialmente en 1978 que aún conserva la vigencia característica de los clásicos.
The Wall in the Middle of the Book de Jon Agee
Con una simplicidad narrativa y lingüística, Agee construye un relato de grandes dimensiones simbólicas. En cada doble página un muro divide la izquierda y la derecha de la hoja. En un lado un pequeño caballero mantiene el muro intacto, advirtiéndonos siempre que al otro lado el mundo esta lleno de peligros mientras que su lado es seguro. Al tiempo, del otro lado del muro vemos una colección de bestias salvajes y temibles. ¿Lo son en realidad? Lentamente el lado que ocupa el pequeño caballero se va inundando y el nivel de agua parece subir sin cesar. Aun así el caballero a lo que mas teme es al ogro que habita el otro lado del muro. El miedo al otro lado parece ser más tangible que la realización del peligro que acecha de su propio lado. La presentación simultánea de ambos lados acentúa la asimetría en las percepciones de la realidad de las partes involucradas. Pero en un acto inusitado, el ogro parece salvar el día y las preconcepciones del caballero se van al trasto. Un libro álbum ideal para hablar de aquello que nos prefiguramos y que no siempre concuerda con lo real. Una colección de símbolos (el muro, el ogro, las bestias) sobre los que podemos conversar y, por qué no, derrumbar.
Wonder de R.J. Palacio
La historia de August, -un niño de once años que padece del Síndrome de Treacher Collins, un trastorno genético caracterizado por malformaciones craneofaciales, – ha cautivado millones de corazones no solo por su valentía y coraje sino por lo que suscita en los lectores queriendo ser mejores personas al simular acoger en sus vidas a alguien como él. La historia ofrece la posibilidad de poder ser buenos y comprensivos con un August; con poder hacer el mundo mejor abriendo lugar a personas como él. Quizás el personaje más memorable y rotundo aparte del mismo protagonista es su madre, quien sin vacilar, inquebrantable, enseña a August que su lugar en el mundo ya está ganado. Nadie se lo puede quitar. Y por ello al entrar al colegio August despertará en sus compañeros todo tipo de reacciones. Palacio construye esta novela juvenil motivada por un encuentro real un día cualquiera en que su hijo se impresionó y rompió en llanto al ver a una niña con una deformidad facial. Una enternecedora historia que recuerda que la diferencia es parte de la vida y que la forma en que se enfrenta hace mella en quien somos: de los que toleran lo diferente y se enriquecen o de los que lo atacan y rehúyen de ello.
We should all be feminists de Chimamanda Ngozi Adichie
Otra lucha de larga data es la librada por mujeres, que desde la palestra pública pero muchas más desde el anonimato, libran día a día por ser vistas en igualdad. Por dejar de ser víctimas de violencia domestica. Por dejar de ser sujetos de manipulación de la tradición. Por una sociedad que pondere a hombre y mujeres como iguales. La bandera del feminismo en ocasiones se nubla o de extremismo o de ligereza. Pareciera en ocasiones no encontrar un asidero del que tanto hombres como mujeres puedan aferrarse. Pero Adichie produjo en este concreto ensayo un ancla del que quienes creen en la igualdad entre hombre y mujeres pueden asirse para juntos formar hijas, pero también hijos, feministas. “Gender matters everywhere in the world. And I would like today to ask that we should begin to dream about and plan for a different world. A fairer world. A world of happier men and happier women who are truer to themselves. An this is how we start: we must raise our daughters differently. We must also raise our sons differently.”

De The Hundred Dresses; Eleanor Estes. Ilustrado por Louis Slobodkin. Houghton Mifflin.