
Leer, – y escribir-, en su sentido más amplio pueden involucrar formatos distintos a los que consideramos convencionales. Leer puede rebosar al libro y escribir al texto escrito. Podemos poner en práctica algunas estrategias que nos permitan acercarnos al mundo literario, no solo para pasar el tiempo, sino porque en el fondo son actividades que forjan nuestra pensamiento creativo.
En estos momentos en que estamos dependiendo aún más de las pantallas y de la conectividad, puede resultar agobiante realizar la mayoría de nuestras actividades en nuestros dispositivos. Buscar actividades desconectadas de la tecnología digital pero en las que estemos conectados con nuestro entorno y miembros del hogar, no sólo se convierte en un espacio necesario para brindarnos un poco de oxigeno en nuestras dinámicas, sino que construye otras formas de aprendizaje y comunicación, que son relevantes siempre.
Les proponemos aquí algunas actividades que son de utilidad para toda la familia. De acuerdo a las edades del grupo se pueden adaptar los contenidos pero en esencia las estrategias son ideales para el que quiera cultivar el desarrollo de la creatividad y del lenguaje literario.
El lenguaje literario difiere del lenguaje cotidiano, tanto en intención como en las figuras que emplea. Ampliar nuestra capacidad de construir mediante el lenguaje literario es una forma de ensanchar nuestro mundo y la percepción que tenemos de él. Acudiendo a un vocabulario más enriquecido, incluyendo palabras que no empleamos cotidianamente, nos brinda libertad al permitirnos describir el mundo y sus formas con más precisión, más amplitud. El lenguaje literario nos aboca a formularnos una concepción previa de lo que queremos decir (ya sea narrativa o poéticamente), a estructurar una idea y encontrar las formas de decirlo pensando especialmente en cómo decirlo, más que en lo que se dice.
A continuación busca en casa los elementos que aquí proponemos. Si no los tienes, sustitúyelos por objetos que encuentres y que te permitan realizar la actividad. Si tienes libros en casa mucho mejor pues algunas actividades se apoyan en ellos (ojalá así sea! ).
Un miembro del grupo propone tres palabras al azar, idealmente desconectadas.
– Puedes hacer previamente un banco de palabras con unos papelitos que incluyan sustantivos, verbos y adjetivos, o puedes incluir palabras exóticas.
– Otra alternativa es tomar un diccionario y que un miembro del grupo abra al azar el diccionario en tres partes y diga en voz alta una palabra de cada página en la que abrió.
Por turnos, cada persona del grupo debe elaborar una historia que incluya esas tres palabras y narrarla en voz alta al resto. La duración de la narración es libre, siempre y cuando contenga las tres palabras.
Puede ocurrir que en un principio, mientras se adaptan a las dinámicas, las narraciones sean breves pero estas podrán ir evolucionando. Un objetivo puede ser desarrollar historias de la extensión de una fábula, que en sí son narraciones cortas pero estructuradas.
El objetivo será realizar una narración colectiva y por turnos, apoyándose en imágenes que den las pistas para construir el relato.
Elige una imagen: puede ser una foto familiar, un foto de una revista, una imagen de un libro ilustrado, consultar un libro de arte en el que aparezcan pinturas, etc. Al elegir la imagen ten en cuenta que esta debe tener un nivel de complejidad o ambigüedad para que el relato que se produzca a partir de este sea más nutrido.

Los libros ilustrados con doble páginas interiores que representan acciones simultáneas de los personajes o múltiples escenas son un señuelo ideal para construir un relato.

Ilustraciones que muestran situaciones bizarras, fantasiosas o ambiguas permiten múltiples interpretaciones individuales y a nivel de grupo.
Una vez elegida la imagen y es observada por todos, una persona inicia construyendo el relato, aportando un par de frases que constituyan el inicio de la narración. Luego por turnos cada uno va agregando a la historia a partir de lo que propuso el anterior y conjeturando con base en lo que aprecia en la imagen.
Si al llegar al último del grupo la narración aún no termina, ¡sigan rotando los turnos hasta que el relato finalice!
Si no tienen libros u otros objetos que les puedan proveer la imagen, pueden consultar The New York Times que en su versión web ofrece un apartado llamado “What’s going on in this picture?”. En el publica semanalmente una imagen intrigante sin pie de foto ni título, invitando a los lectores a especular y crear una narración que explique lo que ocurre en la imagen.
Visita:
Toma un relato de un libro o alguno que conozcas de la tradición oral. Compártanlo en voz alta para el grupo. Detecten el clímax de la historia, ese punto de inflexión en la trama en el que lo que ocurrirá después llevará a un desenlace. A partir de este punto, construya cada uno individualmente (o si lo prefieren colectivamente) una nueva finalización para la historia.
Compartan sus versiones por turnos, elijan la que prefieren, sométanla a discusión y votación. Esta última parte de este ejercicio creativo es donde la conversación en torno a lo leído y propuesto por los demás se convierte en un espacio de reflexión.
¿Son todas verosímiles? ¿Todas las versiones han respetado las convenciones literarias? ¿Cuáles son las más creativas? ¿Las más inesperadas? Quizás alguna les resulta más interesante que la original….
Para ejemplos de autores que han hecho esto dentro de su mismo texto, consultar Cuentos para Jugar de Gianni Rodari y Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino.
En estas actividades, aunque no se ha producido un texto, el siguiente paso puede ser traducir la construcción oral a un relato escrito. En este ejercicio de plasmar en papel (o en tu procesador de textos ) se produce una apropiación del texto. Esto incluso puede propiciar una revisión o ampliación de lo construido.
Leer y escribir nos permiten distanciarnos del momento presente, entrar en otros mundos temporalmente y dibujar en un lienzo imaginario unas normas para un mundo ficcional. Pero de igual forma este ejercicio ficcional, queda interiorizado por nuestro intelecto y nos permite luego volver así sobre el mundo propio y poder nombrar de muchas formas, -reflexionar de otras formas-, sobre lo real.
Nuestra capacidad de ordenar la realidad en historias es fundamental en el esfuerzo que como individuos y como colectividad realizamos para comprender el mundo. Mark Turner en The Literary Mind (1998) conceptualiza sobre cómo el ser humano se comunica a través de relatos. Nuestra mente está predispuesta a relatar y así transmitir las experiencias. Turner argumenta así que la capacidad mental literaria, nuestra capacidad narrativa, está detrás de todo proceso de pensamiento. De allí que el lenguaje, el conjunto de las convenciones que utilizamos para comunicar nuestra narrativa, surgen de esta necesidad. De otro modo, la menta literaria -o la narración- antecede al lenguaje.
Enriquecer nuestra mente narrativa y por ende nuestro lenguaje a través de la lectura, de la escritura, y de juegos que nos permitan a su vez hacerlo de modo colectivo, no son meros pasatiempos. Son actitudes y actividades que podemos acoger para que nuestro mundo sea más rico y variado.
Te sugerimos algunos otros materiales si deseas hacer de esto una actividad recurrente en tu hogar. Los dados con pictogramas y los rompecabezas con escenas de historias son también recursos con los que puedes replicar estas actividades.
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