

Sí, en cierta forma. Pero David McKee nos invita a mirar esta afirmación con un poco más de agudeza y sinceridad. En gran medida, mas que lo que comemos, son nuestros actos los que definen quien realmente somos.
Al más reciente libro (2019) del fabuloso David McKee, no le falta ni un poco de su habitual humor fino y mensajes subliminales. Una historia que por absurda (una niña obsesionada con comer bananas TODO el día) pone la mira en un tema común: los hábitos, o falta de ellos, caprichos y terquedades en las rutinas alimenticias de los hogares.
Belinda está muy jovial y activa, feliz y danzante, pero su singular capricho por comer bananas, molesta a algunos miembros de la familia.
En especial a la abuela, que desde su sillón (en el que se atiborra de chocolates) sospecha de las bondades del hábito de Belinda. ¿Terminará Belinda con un cuerpo en forma de banana? Atemorizada decide que para poder seguir comiéndolas y evitar el designio de la abuela, llevará una pesa en su cabeza que le haga andar derecha. Pero, como suele ocurrir en el mundo de los absurdos, del que tanto nos advierte McKee, el remedio parece ser peor a la supuesta enfermedad…

Escrito en versos rimados, se acentúa el carácter absurdo y el sinsentido de la situación. Los demás personajes, cuál más singular, parecen no merecer preocupación. Mientras que Belinda, frugal y consistente, sí parece desentonar dentro del espectro de los hábitos de alimentación de la familia.
Un libro que nos permite, a través de los símbolos siempre subyacentes en las imágenes y narrativa de McKee, indagar en nuestros hábitos, pre-conceptos, malos conceptos, tozudeces, y cuantas otras herencias culturales, para burlarnos y mirar con una visión menos nublada y estereotipada.

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